El protagonista de este magnífico grupo escultórico es Ugolino della Gherardesca, un noble de Pisa que siendo gibelino casó a su hermana con un güelfo apellidado Visconti. La importancia de esta división entre güelfos y gibelinos, parte de la lucha entre el poder temporal y el espiritual por el control de la cristiandad y por la autonomía en la concesión de las investiduras ( el poder de nombrar a obispos y clérigos). Esta cuestión se desarrolló en el siglo XI, en la Plena Edad Media.
Otón IV y el Papa Inocencio III se dan las manos.
En Italia, los güelfos apoyaron al Papado y los gibelinos al Sacro Imperio Romano Germánico. Sin embargo, en este territorio también se mezclaban, en ambos bandos, rivalidades económicas e intereses de las casa nobles: si unos se declaraban güelfos, sus rivales se declaraban gibelinos. La ideología terminó desdibujándose.
Giovanni Villani, manuscrito , Italia S. XIV
Pero por la acción de Ugolino, el gobierno de Pisa lo exilió, y en el exilio, atacó su ciudad aliándose con ciudades güelfas rivales. Con el paso del tiempo, quiso ser el único gobernante de la ciudad. Después de varias visicitudes, el obispo Ubaldini quiso compartir el gobierno de Pisa con él, si éste aparecía en la ciudad sin sus hombres, algo que no hizo, lo que provocó luchas en las calles en 1288.
La escultura que mostramos fue realizada por Jean-Baptiste Carpeaux ( Francia, 1827-1875) al que se le ubica en el Romanticismo. Fue un escultor que trabajó con varios materiales como la terracota, el yeso y el bronce. La obra que hizo en mármol es la que abre la entrada y que nuestro autor ejecutó antes de la realización final que fue en bronce. Representa al conde y sus hijos que tras nueve meses de encierro morirán de hambre.
En él, el estudio de la anatomía, la técnica del trépano, el movimiento en espiral y la composición piramidal se observa mejor en la obra marmórea y nos recuerda directamente a cómo trabajaba Miguel Ángel con las venas de las manos al descubierto en su David.
Detalle del David de Miguel Ángel, 1504
Y precisamente, es que Carpeaux, estudió con el romántico François Rude y se fue a Roma. Allí fue dónde conoció a los grandes del Renacimiento, especialmente la obra de Miguel Ángel a quien le debe este genial control del trabajo con el mármol. También nos puede retrotraer a la obra helenística del Laoconte y sus hijos o a otras barrocas de Bernini.


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